lunes, 15 de junio de 2015
Trabajos de 4º con los que finalizamos el curso.
La biblioteca que nos deja un espacio abierto a la imaginación, a la lectura, a la creatividad.
Y el agujero hacia el exterior, otro espacio a explorar.
Os enlazo un interesante artículo en el que se plantéa que pasaría si las artes fuesen la solución...
Buen verano
martes, 28 de abril de 2015
martes, 14 de abril de 2015
Cartel denuncia
Para inspirarnos y empezar a soltar ideas propias puede ser necesario buscar referencias, pero tenemos que tener claro que son solo eso, referencias. A partir de la búsqueda de referencias debemos empezar el proceso interno, personal o colectivo, para dar luz a una imagen única, la vuestra.
NO ha de ser PERFECTA, SOLO ha de ser VUESTRA.
Homenaje a Eduardo Galeano
—¿Qué vas a ser cuando seas grande?— me preguntaban los grandes, y yo mentía que no sabía.
Pero sabía. Yo iba a ser jugador de futbol, santo o pintor.
Por
patadura y por pecador tuve que renunciar, desde temprano, a la pelota
en los pies y al halo en la cabeza. Algún tiempito más me duraron las
ilusiones del pincel en la mano: un vecino de casa, Giscardo Améndola,
artista profesional, era tan bondadoso que me estimulaba a seguir
cometiendo chambonadas contra su noble oficio. Un día, Améndola me hizo
el honor de invitarme a acompañarlo. Un bar de la costa, El Malecón,
que tenía ventanales abiertos sobre la playa, le había encargado un
mural. Fuimos caminando. Améndola no llevó caja de pinturas, ni
pinceles, ni escalera, ni nada. No era así como yo me imaginaba a
Miguel Angel camino de la Capilla Sixtina, pero no hice preguntas.
Nos
esperaba una gran pared, toda pintada de negro. Améndola se plantó
ante la pared y allí se quedó, un largo rato, mirándola fijo. Cada
tanto, se rascaba el mentón. Y yo pensaba: ¿Va a pintarla, o va a
hipnotizarla?
Por fin, sacó del
bolsillo una moneda de cinco reales, una gran moneda de plata, de borde
dentado, y se subió a una silla. Moneda en mano, atacó la pared. Y el
filo de la moneda hirió la pared con largas líneas blancas, que se
cruzaban sin ton ni son. Yo lo miraba hacer, callado la boca, sin
entender esa esgrima; hasta que después de unas estocadas, vi aparecer
un faro en la negrura, un poderoso faro que se alzaba entre las rocas y
daba luz al oleaje bravío.
Han
pasado los años, y todavía creo que la negra pared de aquel bar había
estado esperando ese faro, un faro nacido de una moneda, para salvar
del naufragio a los marineros de los barcos y a los borrachitos del
mostrador. Era eso lo que la noche de la pared estaba necesitando; y el
artista era artista porque había sabido escucharla.
domingo, 12 de abril de 2015
lunes, 6 de abril de 2015
martes, 17 de marzo de 2015
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